Historia del maquillaje: una mirada al universo cosmético

La historia del maquillaje nos muestra la gran importancia que ha tenido a lo largo de los años en las diferentes épocas y culturas. Desde la prehistoria hemos utilizado el maquillaje para decorar nuestra piel o realzar nuestra belleza por distintos motivos.

A continuación, te mostramos un breve repaso por algunos hechos destacables de la historia del maquillaje:

Egipto

Cuando pensamos en el antiguo Egipto, nos vienen a la mente personajes como Cleopatra con su grueso delineado en los ojos, con forma de pez, y los labios pintados con tonos tierra o rojizos. Tanto hombres como mujeres pintaban sus ojos con polvos negros y verdes, llevando las cejas bien arregladas y perfiladas.

Los egipcios utilizaban el maquillaje como protección solar y porque consideraban que les ayudaba a no contraer enfermedades. Y quizás no iban tan desencaminados. Para maquillarse los párpados usaban kohl negro y otros polvos que contenían sales de plomo. Según argumentaron unos investigadores franceses hace algunos años, en 2010, las sales de plomo reducían la producción de monóxido de nitrógeno, lo que suponía un fortalecimiento del sistema inmunológico y, por tanto, la prevención de infecciones oftálmicas de la persona que los utilizaba.

Sin embargo, una exposición prolongada al plomo puede causar muchos problemas de salud. La mayoría de los egipcios de la antigüedad no solían vivir más de 30 años y, seguramente por ese motivo, no llegarían a padecer las consecuencias de delinearse los ojos con maquillaje de plomo.

Imperio romano

Durante el Imperio romano las damas llevaban un aspecto impecable con recogidos elaborados y un maquillaje pulcro para destacar en los actos sociales.

Según los cánones de belleza de la época, la mujer romana debía lucir una piel luminosa con mejillas sonrosadas pero, por encima de todo, blanca. Para conseguir una tez lo más blanca posible usaban distintas sustancias, como el acetato de plomo, al que acabarían sustituyendo por el estaño debido a sus efectos nocivos.

Además, los ojos de la mujer debían ser grandes, los cuales perfilaban con sustancias oscuras como el hollín, y las pestañas largas.

Un dato llamativo es que preferían las cejas muy pobladas y unidas sobre la nariz, llegando incluso a conseguirlo de forma artificial usando maquillaje.

Edad Media

En la Edad Media hubo un cambio radical. El cristianismo se había asentado en Europa y este consideraba irrelevante el culto al cuerpo por lo que el maquillaje no se estilaba demasiado. Estaba bien visto un uso moderado del mismo para momentos muy específicos, como en celebraciones o días festivos.

No obstante, el perfil idóneo de mujer seguía teniendo la piel pálida, con las mejillas y los labios sonrojados. Además, se dejaban largos cabellos, al que dedicaban muchos cuidados.

Renacimiento

En el Renacimiento la piel muy blanca seguía siendo tendencia. Otras características de la época eran el pelo rizado, la frente larga y prominente, unas cejas muy finas o depiladas y un toque de rojo en los labios. Además, llegaban a pintarse incluso lunares porque se consideraban muy estéticos.

Para blanquear el rostro las mujeres volvieron a recurrir al maquillaje con plomo. La reina Isabel I de Inglaterra usaba albayalde de Venecia o azúcar de Saturno, una mezcla de plomo y vinagre para cubrir cicatrices de viruela. Con el paso del tiempo, la piel perdía su color y se producía putrefacción dental y la pérdida de pelo.

Siglo XIX

Durante el siglo XIX la palidez del rostro llegó a extremos insospechados. Las ojeras se resaltaban y tanto los pómulos como los labios se coloreaban de forma leve.

La reina Victoria de Inglaterra llegó a hacer una declaración pública en la que dejaba al maquillaje como algo vulgar e impropio de una dama, debido a su conexión con las prostitutas.

A finales de siglo, las mujeres llegaron a ingerir obleas con sustancias venenosas como el arsénico o el plomo para conseguir un cutis pálido libre de espinillas u otras imperfecciones.

Siglo XX

La historia del maquillaje dio un vuelco en el siglo XX gracias a la consolidación de la industria cosmética, que ofrecía una gran variedad de productos. Por ejemplo, se pudieron fabricar pinturas de labios con nuevos colores por el descubrimiento de los estearatos, unos colorantes que revolucionaron el sector.

En los años 30, los cánones de cosmética y belleza eran marcados por las actrices de la época y el maquillaje era más accesible para todas las mujeres, independientemente de su clase social.

Tras la Segunda Guerra Mundial, la tendencia se centró en los ojos, dándoles una mayor importancia.

En los 60 comenzó una explosión de color y una gran imaginación a la hora de aplicar el maquillaje.

Durante los años 90 existieron varias tendencias, entre ellas la de lucir una piel muy bronceada.

Época actual

Hoy en día, las empresas de maquillaje ofrecen productos que se adaptan a diferentes tonos de piel e incluyen factor de protección solar, al igual que hidratan el cutis, como las BB o CC creams. El maquillaje no está destinado únicamente a realzar la belleza, sino que trata de cuidar nuestra piel. Además, existe una gran paleta de colores a la que podemos acudir para maquillarnos, así como diversos cosméticos: el prime, la base, labiales, sombras de ojos, polvos translúcidos, coloretes o eyeliners, ¡entre otros muchos!

Si bien, siempre está en boga alguna tendencia, como por ejemplo el contouring, en la mayoría de las sociedades éstas no suelen ser una limitación pues con el maquillaje tenemos la libertad de hacer lo que queramos y utilizar el que más nos guste.

El maquillaje no sólo se identifica con las mujeres. Cualquier persona puede usarlo independientemente de su sexo o género, al igual que tampoco es obligatorio su uso. Es cierto que en algunas sociedades aún queda un largo camino por recorrer respecto a la libertad en el uso de cosméticos. Sin embargo, es emocionante ser conscientes del gran progreso que hemos logrado a lo largo de la historia del maquillaje.

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